pv magazine retoma la Pregunta del mes, y aquí va la cuestión:
La UE estudia la posibilidad de regular los estándares de la huella de carbono de los paneles e inversores. En el borrador, se hablaba también de retirar del mercado “los productos de baja calidad”. ¿Os parece buena iniciativa? ¿Habría consecuencias en el mercado español? En caso de que sí, ¿cuáles?
Responde Javier Izcue, Director del Sur de Europa en Sungrow.
Con respecto a la huella de carbono y teniendo en cuenta las consecuencias que ha provocado y provoca el cambio climático es fundamental que surjan este tipo de propuestas. Lo importante es hacer que el marco regulatorio sea homogéneo en toda la UE, y no que cada país adopte su propia regulación. Mientras haya esta homogeneidad de criterios nos parece adecuado, ya que normalmente lo actores del sector lo somos también por convicción y ya tomamos medidas en nuestros procesos internos. No tiene sentido buscar y pelear por la descarbonización sin que los procesos de fabricación y reciclaje del sector sean los óptimos posibles. Como se suele decir: “hay que predicar con el ejemplo.”
El primer y más importante paso para lograr estas optimizaciones es la innovación. La innovación de los productos y de los procesos. Independientemente de que se apruebe o no esta normativa, desde Sungrow siempre nos autoexigimos unos estándares superiores a los del mercado por eso el 40% de nuestra plantilla está enfocada a la investigación y desarrollo.
En 2020 Sungrow entró formar parte de la iniciativa RE100. En dicho momento, nos establecimos el objetivo de abastecer de energía renovable el 100% de nuestra actividad. Antes de esto ya contábamos con grandes autoconsumos en nuestras fábricas y oficinas. Este objetivo es solo una motivación extra. Además, Sungrow también forma parte de la asociación PVCycle donde se provee una cuota por cada inversor vendido para que a la finalización de la vida útil los equipos se puedan reciclar.
En cuanto a la retirada de productos de “baja calidad”, lo complicado es establecer un baremo objetivo. Si se logra, no sé si la mejor solución es la retirada del mercado, pero sí cierta desincentivación de estos productos podría ser conveniente. Un ejemplo de un sistema que ha funcionado es la etiqueta de consumo energético en edificios o electrodomésticos que da un rating A a los más eficientes y hasta la G a los menos eficientes: los criterios son objetivos y el usuario final puede elegir en consecuencia y bien informado sobre qué producto adquirir. Además, esto ha derivado en que ya sólo se comercialicen prácticamente los etiquetados como A sin necesidad de retirar del mercado el resto, son los propios fabricantes los que han tomado medidas gracias a esta clasificación.
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