Hace apenas dos semanas, Sara Aagesen, secretaria de Estado de Energía, anunciaba en la inauguración del Foro Solar de Unef que se ampliaría la distancia para el autoconsumo a través de la red, cuyo límite era de 500 m. También la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, avanzaba el pasado martes en la presentación del Plan Más Seguridad Energética (Plan +SE) que se iba a derogar el límite, pero no se especificaba la nueva distancia. Ha habido que esperar a la aprobación del decreto por el Consejo de ministros y su publicación en el Boletín Oficial del Estado para constatar que se ha ampliado hasta los 1.000 metros en casos de plantas generadoras ubicadas en cubiertas.
De las siete medidas que establecidas en el Plan, cuatro están relacionadas con el autoconsumo: además de la mencionada, se suman el permiso a las comunidades renovables para actuar como representantes de todos los consumidores; supresión del requisito de que productor y consumidor pertenezcan al mismo grupo empresarial para las líneas directas que conectan plantas de generación renovables con consumidores, y eliminación de la medida por las que se impedía que haya más de un titular en una misma cubierta con distintas instalaciones fotovoltaicas.
Respecto al aumento de la distancia, había peticiones más o menos ambiciosas: Unef había propuesto que esta distancia fuera de 2 km, como la que aplican Francia o Portugal desde hace meses (en Francia, además se extiende el perímetro hasta 20 km en zonas rurales), mientras que la Conselleria de Transición Ecológica de la Comunidad Valenciana sugería ampliar a 5 kilómetros de distancia y 5 MW de potencia el límite para poder compartir la energía generada en plantas solares.
¿Es mucho –o suficiente– 1 km?
¿Por qué nos hemos quedado en esta distancia? “El aumento de la distancia para el autoconsumo a través de red es un paso más que supone multiplicarla por dos, así como multiplicar por 4 la superficie en la que se pueden ubicar la generación y los consumos. Permite sacarle más partido donde el gran valor del autoconsumo está, buscando potenciar las instalaciones más próximas al consumo (minimizando pérdidas) y el uso de las cubiertas de las edificaciones (superficies con impactos permanentes por implantación de construcciones). Este aumento en la distancia es una oportunidad para que las ciudades aumenten el rol que juegan como productoras de la energía que consumen y viene a complementar el marco que se viene desarrollando en los últimos cuatro años. Marco que ha permitido un desarrollo exponencial del autoconsumo como opción energética y que esperamos que continúe esta interesante evolución”, ha dicho a pv magazine Joan Groizard, director general de IDAE.
Para Helena Badger Queralt, Solar Legal Manager de Holaluz y autora del artículo “Las comunidades energéticas, el límite de los 500 metros y la realidad del autoconsumo colectivo” publicado en pv magazine antes de conocerse el nuevo Plan, “la ampliación a 1 km de la distancia ha quedado un poco descafeinada, ya que la expectativa era equipararnos a nuestros vecinos Francia y Portugal. Además, el hecho de que se haya limitado esta aplicación solo para instalaciones sobre cubierta también ha generado algo de sorpresa. Sin embargo, por lo que respecta a la ampliación a 1 km, mi valoración es bastante positiva en tanto que está ya aprobado y en vigor y, a partir de aquí, esperamos que se amplíe más el alcance. Digamos que prefiero 1 km ahora que potencialmente 2 km más adelante”, explica.
“Por otro lado, la introducción del gestor de colectivos solo para aquellos que se constituyan como comunidades energéticas, creo que peca de falta de visión. Necesitamos que el autoconsumo colectivo sea el campo de pruebas de las comunidades energéticas. Es irreal pensar que en un entorno en que no somos capaces de legalizar y operar autoconsumos colectivos, las comunidades energéticas (cuando se regulen) podrán ser gestores de las redes de distribución, comercializar energía o ser agregadores de demanda, que son algunas de las actividades que se les atribuyen”, añade.
Un ejemplo práctico: la ciudad de Valencia
Jorge Mallén, responsable de Autoconsumo FV & Generación Distribuida en Lantania y autor de un estudio sobre los GWh de autoconsumo que se “desperdician” que recogió pv magazine, ha elaborado un ejemplo práctico a petición de este medio:
“Al parecer, el efecto Joule tiene más relevancia en España que en nuestros países vecinos. No sé si se deberá a un efecto paranormal que producen los Pirineos o a la resistencia termodinámica del río Tajo, el Miño o el Guadiana, entre otros.
Ironías aparte, y pese al gran trabajo legislativo realizado los últimos años por parte del Gobierno, la medida tan esperada de ampliación de distancia para compartir energía ha sido una gran decepción por ser insuficiente. No se acaba de entender el argumento de limitar a 1 km el autoconsumo a través de la red. Se alega al respecto que no provoca fuertes caídas de tensión y pérdidas elevadas, mientras que esto no parece ser un problema para nuestros vecinos de frontera que lo han aplicado al doble, incluso en modalidades puntuales hasta 20 km.
Y sí, también hay que ser optimistas, ya que con el RDL 18/2022 se ha simplificado la autorización administrativa hasta los 500 kW, se crea la figura de gestor de autoconsumo colectivo y se propone registrar las instalaciones de autoconsumo de forma adecuada, entre otras nuevas medidas. Pero la distancia es importante y el momento es ahora. Limitarnos a una distancia mínima no beneficia a nadie salvo a los de siempre. Ante la crisis energética que estamos viviendo, no parece una estrategia correcta jugar a mínimos.
A continuación, se muestran varios ejemplos para que se entienda gráfica y cuantitativamente la importancia de la distancia para avanzar en la transición energética de barrios y municipios.
En el primer ejemplo se observa el caso de estudio del proyecto anunciado por el Ayuntamiento de Valencia para colocar paneles solares en los nichos del cementerio municipal. En este caso, aproximadamente 2.500 MWh anuales se inyectarán a la red de distribución. En el hipotético caso de que el Ayuntamiento de Valencia apostara por un autoconsumo colectivo con excedentes a través de la red, sin acogerse a la compensación simplificada (modalidad que se rechaza por su complejidad), el radio de actuación quedaría de la siguiente forma con una distancia mínima, óptima y máxima (1, 2 y 5 km respectivamente).
El impacto y el beneficio energético y económico de un proyecto de 1,87 MWp en un espacio municipal para una ciudad como Valencia dependerá claramente de este límite para compartir energía.
Otro ejemplo que demuestra la necesaria combinación de espacios industriales y núcleos urbanos para realizar autoconsumo fotovoltaico es el que sucede en el polígono de Vara de Quart, también en Valencia: si se utilizaran algunas de las cubiertas del polígono para generar energía eléctrica y que esta sea consumida por las personas que residen en las proximidades, los radios de actuación desde el polígono de Vara de Quart con 1 km y 2 km quedarían de la siguiente forma:
El cambio de 1 km a 2 km se traduce en pasar a suministrar energía renovable y de proximidad de 4 a 12 barrios aproximadamente.
Pese a todo, no pierdo la esperanza y espero que, con el marco regulatorio esperado para las Comunidades Energéticas, se amplíe esta distancia según la tipología de uso. Es decir, que se plantee ampliar a 5 km si es a través de media tensión o que si se trata de entorno rural se puedan plantear peajes de la red según el uso, etc.
Me niego a pensar que se está perdiendo una oportunidad valiosa para hacer una transición energética donde la participación ciudadana es fundamental, pero la medida citada del RDL 18/2022 es poco alentadora. Necesitamos decisiones valientes ante un futuro energético incierto; y también necesitamos generar confianza entre la ciudadanía que, poco a poco, empieza a participar en un modelo energético justo y descentralizado”.
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