Científicos de la Universidad Federal de Río de Janeiro y del Centro Brasileño de Investigación en Energía Eléctrica (Cepel) han analizado el impacto ambiental de las plantas fotovoltaicas con seguidores de un eje y seguidores de inclinación fija, utilizando sistemas del noreste de Brasil como caso de estudio.
El equipo analizó dos sistemas fotovoltaicos. El primero (S1) tiene módulos policristalinos montados en seguidores de un eje, con una capacidad total instalada de 1.033,25 kW. El segundo (S2) consta de módulos policristalinos montados en seguidores de inclinación fija, con una capacidad de 52,20 kW. Los módulos para los sistemas proceden de Malasia. El estudio parte de la base de que los seguidores, inversores y transformadores se fabrican en Brasil.
Los investigadores utilizaron la técnica de evaluación del ciclo de vida (ECV) para analizar el impacto ambiental. El equipo se centró en tres categorías de ACV: calentamiento global, uso del suelo y consumo de agua.
El ACV de los sistemas S1 y S2 abarca las fases de producción, distribución, construcción, funcionamiento y mantenimiento (O&M) y desmantelamiento. No incluye las fases de conexión a la red, transmisión de electricidad y consumo.
Los investigadores obtuvieron las cifras sobre entradas y salidas de la base de datos internacional Ecoinvent y las procesaron con el software SimaPro 9.0. El ACV refleja el comportamiento medioambiental de los sistemas en la producción de 1 kWh de electricidad.
«Para cuantificar la diferencia entre los rendimientos medioambientales de los dos sistemas fotovoltaicos para la generación de 1 kWh, calculamos primero la diferencia entre sus rendimientos con respecto a cada una de las tres categorías en términos porcentuales», explicaron los investigadores. «A continuación, promediamos estos resultados y obtuvimos que el impacto medioambiental asociado a la generación de 1 kWh por parte de S2 (con seguidor fijo) es aproximadamente un 17% superior de media al de S1 (con seguidor de un eje)».
En concreto, el impacto del sistema S1 es un 24% menor en la categoría de calentamiento global, un 20% menor en la de uso del suelo y un 7% menor en la de uso del agua. El sistema S1 emite el equivalente a un total de 44,64 g de dióxido de carbono por kWh, y la fase de producción representa el 95% de las emisiones. La producción de módulos representa más del 70% de las emisiones, los seguidores el 17% y los motores eléctricos sólo el 0,04%.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que «en Brasil debería darse prioridad a los sistemas fotovoltaicos con seguidores de un eje, a pesar de su mayor coste», afirman los científicos. «El despliegue de esta tecnología más costosa puede ser apoyado por la política pública […] a través de incentivos económicos».
Los investigadores publicaron sus conclusiones en «Environmental lifecycle-based analysis of fixed and single-axis tracking systems for photovoltaic power plants: A case study in Brazil», en Cleaner Engineering and Technology.
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