A la espera del nuevo plan energético plurianual (PPE) de Francia y de la nueva composición del gobierno, la Dirección General de Energía y Clima (DGEC) y la Dirección General de Empresas (DGE) han anunciado dos nuevas licitaciones de instalaciones fotovoltaicas para finales del verano de 2024. En total, se ofertarán 1,225 GW de energía solar en dos subastas.
En detalle, los periodos de licitación de energía solar están previstos: entre el 19 y el 30 de agosto para instalaciones fotovoltaicas en suelo, por una capacidad total de 925 MW; y entre el 26 de agosto y el 6 de septiembre para instalaciones fotovoltaicas en edificios, por una capacidad total de 300 MW.
Las instalaciones solares situadas en explotaciones de ganado ovino y vacuno podrán presentarse a la licitación sobre suelo. En función de su altura, otros proyectos agrovoltaicos podrán suscribirse a la licitación en suelo o en edificios.
«Los candidatos deberán comprometerse a garantizar la preservación de una actividad agrícola significativa debajo de los paneles, en línea con los objetivos fijados por la ley para la aceleración de la producción de energías renovables», precisó la DGE.
Cambio del criterio del carbono
Para promover los paneles fabricados en Europa, el concurso de construcción incluirá nuevos criterios relativos a la huella de carbono de los módulos solares. La conocida «particularidad francesa» en este punto cambia con el abandono del método de análisis del ciclo de vida (ACV) en favor de un enfoque «mix-país». Concretamente, se asignará a cada país una puntuación de carbono que se aplicará a cada módulo, célula u oblea importada de ese país. «Esta modificación podría, si tiene éxito, generalizarse a todos los sistemas de montaje fotovoltaico», especificó la DGE en un comunicado de prensa.
Según la agencia, esta nueva metodología pretende limitar las posibilidades de fraude y elusión de los requisitos de la huella de carbono. Para los observadores del mercado, también es una forma de promover directamente futuros proyectos franceses y europeos de producción de paneles solares con calificaciones favorables, a pesar de una huella de carbono que a veces es poco mejor o igual que la de los actuales productores chinos.
Según los observadores, el método de ACV permitió a los fabricantes chinos realizar esfuerzos en sus líneas de producción y apoyar, a escala mundial, una cadena de valor solar más respetuosa con el medio ambiente. Esta metodología permitió clasificar las unidades de producción en función de su huella de carbono real y, de este modo, aumentar el valor de las iniciativas de los fabricantes, como cambiar de proveedor o desarrollar sistemas fotovoltaicos de autoconsumo in situ para evitar la carga de la combinación energética china, intensiva en carbono, entre otras.
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