Hace unas semanas, la revisión del PNIEC confirmaba el objetivo de alcanzar 19 GW de autoconsumo para 2030, una ambiciosa (pero alcanzable) meta que implica más que doblar la potencia distribuida instalada actualmente. La estrategia proyectaba, además, una potencia instalada de 1,6 GW en almacenamiento distribuido para ese año.
Esta ambición anima a celebrar lo logrado en poco tiempo y afrontar el camino que aún queda por delante. Para ello, es imprescindible pensar hacia dónde queremos avanzar en los próximos cinco años, cómo podemos hacer llegar los beneficios de la energía distribuida a los ciudadanos y qué tipo de modelo energético queremos para nuestro país. La consulta pública para la modificación del RD 244/2019 pone sobre la mesa estas preguntas.
En los últimos años, la energía distribuida ha demostrado ser la solución más eficaz para que la transición energética llegue a los hogares y la industria. Las familias pueden reducir sus facturas energéticas a 0 instalando paneles solares, baterías, bombas de calor y puntos de recarga. Un modelo de proximidad que además alivia las redes eléctricas y facilita la integración renovable. Este paso es clave para asegurar que la regulación del sector traslade los beneficios de la energía distribuida a las personas y el sistema.
Un modelo distribuido alineado además con el proceso de reindustrialización y transformación digital pues, al generar donde se consume, alivia la infraestructura eléctrica y permite dedicarla a las nuevas demandas. Que la energía doméstica sea de proximidad es una de las formas más eficaces para garantizar el suministro para la reindustrialización verde y digital.
Debemos evolucionar la visión del RD de autoconsumo
El RD 244/2019 fue muy exitoso en despertar el sector y lograr un crecimiento del 1.400% en cinco años (de 459 MW de potencia acumulada en 2019 a 6.955 MW en 2023, según UNEF). Tras 5 años de su publicación, ha llegado el momento de una necesaria una actualización que se adapte a los avances que se han producido y resuelva las barreras que se han identificado desde su aprobación.
Varios datos nos ponen sobre aviso y justifican la necesidad de una reforma ambiciosa que supere la visión del marco actual y nos permita avanzar hacia un modelo distribuido.
En 2023, por primera vez se instaló menos potencia de autoconsumo que el año anterior, con una reducción del 32%, que va camino de replicarse durante este año. La reducción de los precios de la energía, el fin de las ayudas y las barreras a la financiación ralentizan el sector, que además descansa sobre una sola modalidad, el autoconsumo individual.
Las instalaciones compartidas solo representan un 1% del autoconsumo, en un país en el que más de dos tercios vive en bloques de pisos. El despliegue de comunidades energéticas continúa muy vinculado a las convocatorias del Plan de Recuperación.
Y las baterías detrás del contador, que permiten maximizar excedentes y beneficios, solo están presentes en un 15% de las instalaciones de autoconsumo, muy lejos de la media europea y del potencial que tiene la energía distribuida.
El nuevo marco debe servir para repensar nuestro modelo energético. Es el momento de dar paso a una apuesta de país por la energía distribuida, basada en todas las modalidades que trasladen los beneficios que los recursos distribuidos genera en el sistema y los ciudadanos.
Si hace cinco años el RD 244/2019 consolidó el derecho a autoconsumir energía, los próximos cinco serán decisivos para consolidar el derecho a compartir energía que introduce la revisión de la Directiva Europea de Renovables en el paquete Fit-for-55.
Para alcanzar los objetivos del PNIEC en materia de autoconsumo y baterías detrás del contador es imprescindible abrir las puertas a nuevos modelos para que todas las personas, y no solo aquellas que tienen un tejado, puedan acceder a los beneficios de la generación distribuida. Un marco para que todos los recursos energéticos distribuidos (paneles solares, sí, pero también baterías, bombas de calor o puntos de recarga) puedan ofrecer la flexibilidad tan necesaria para la integración renovable.
Propuestas para un modelo distribuido que alcance los objetivos del Plan Nacional
Las aportaciones del sector a la consulta serán fundamentales para alcanzar este objetivo compartido, ya que nacen de las lecciones aprendidas en los últimos cinco años. Algunas propuestas clave que pueden contribuir a encontrar la mejor respuesta:
- Introducir una nueva modalidad de autoconsumo que permita compartir solo los excedentes (en lugar de toda la generación) mediante autoconsumo colectivo. Esto permitirá nuevos modelos basados en autoconsumidores principales que comparten su excedente con otros consumidores cercanos, como es el caso de un colegio que comparte energía con vecinos o una comunidad energética.
- Desarrollar el gestor del autoconsumo, la figura encargada de administrar altas, bajas y modificaciones de los contratos de autoconsumo colectivo, coordinando a todos los consumidores asociados. Se trata de un rol fundamental para acelerar y simplificar los trámites de autoconsumo.
- Evolucionar el marco del almacenamiento distribuido, permitiendo que las baterías no asociadas a una instalación de autoconsumo (generación) actúen autoconsumo en modalidad individual y colectiva y ofrezcan servicios de flexibilidad. De esa manera, los consumidores que no puedan instalar placas solares en sus hogares pueden participar activamente en la transición energética colocando baterías en sus hogares.
La modificación del RD de autoconsumo abre una ventana que debemos aprovechar como sector y como país. Una oportunidad (poco común) para mirar con largo alcance, y preguntarnos qué modelo queremos para los próximos años. Podemos ser líderes europeos en energía distribuida.
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