En los últimos años, la energía solar fotovoltaica ha experimentado un crecimiento sin precedentes, consolidándose como una de las principales fuentes de energía renovable a nivel global.
Sin embargo, su expansión ha generado un debate sobre sus efectos sobre la biodiversidad, en particular sobre la avifauna.
Estudios recientes realizados en España por consultoras especializadas como EMAT y expertos como Ángel Sánchez, coordinador de Desarrollo Sostenible y Cambio Climático de la Junta de Extremadura, han analizado la interacción entre los parques solares y la fauna local, probando que estas infraestructuras pueden convertirse en herramientas de conservación y refugio si se diseñan y gestionan adecuadamente.
Los estudios llevados a cabo en las distintas Comunidades Autónomas han demostrado que los parques solares pueden albergar una diversidad de aves comparable e incluso superior a la de las zonas testigo de referencia a su alrededor.
Los estudios de EMAT muestran que, si los emplazamientos están bien elegidos y son gestionados adecuadamente, la fotovoltaica puede ofrecer nuevos espacios de refugio y alimentación para las aves. Este impacto positivo se debe a la poca presencia humana, al hecho de que no se utilicen fitosanitarios en el suelo y a las medidas de gestión implementadas en torno a ellas. Entre las medidas que mejor están funcionando se encuentra la instalación de pequeñas charcas y la conservación de zonas húmedas, que han demostrado favorecer la reproducción de anfibios, atraer aves y mamíferos para beber, e incentivar la presencia de insectos y pequeños vertebrados, esenciales en la dieta de muchas aves.
Por otra parte, la instalación de cajas nido bien gestionadas y con un mantenimiento adecuado, ha incrementado el éxito reproductivo de especies de interés para la conservación como el cernícalo primilla (Falco naumanni) y la carraca (Coracias garrulus).
Además, la creación de corredores ecológicos permite la conexión entre hábitats fragmentados y el tránsito de diversas especies, incluidas aves rapaces y pequeños mamíferos, mientras que el fomento de depredadores naturales, como zorros y lechuzas, contribuye al equilibrio ecológico y al control de plagas.
Más allá de su relación con la avifauna, estas infraestructuras fotovoltaicas pueden generar un entorno favorable para otras especies que enriquecen la biodiversidad local. En áreas bien diseñadas y gestionadas, se ha observado un incremento en la población de micromamíferos, como roedores, topillos y musarañas, lo que ha favorecido la presencia de rapaces como el mochuelo europeo (Athene noctua), que encuentra en estos ecosistemas una mayor disponibilidad de presas. Asimismo, se han registrado especies de alto interés ecológico, como el chotacabras cuellirrojo en plantas en Murcia (Mula), un ave de hábitos nocturnos que utiliza estos espacios abiertos como zonas de caza y descanso.
La combinación de hábitats diversificados dentro de los parques solares, con vegetación espontánea y la ausencia de insecticidas y herbicidas, contribuye a la creación de microhábitats adecuados para una mayor variedad de fauna silvestre. La gestión de la vegetación en estos recintos, se realiza mayoritariamente a través del pastoreo ovino, una práctica que puede tener múltiples beneficios ecológicos. Además de reducir el riesgo de incendios al controlar la biomasa vegetal, esta estrategia puede favorecer a especies como la Alondra Ricotí (Chersophilus duponti), un ave esteparia que requiere hábitats abiertos con matorral bajo y amplias áreas de suelo desnudo. En zonas donde el pastoreo ha cesado, el crecimiento descontrolado de la vegetación y la forestación con especies alóctonas han deteriorado su hábitat, como ha sucedido en los páramos del sur de Soria con la reforestación de pinos financiada por la PAC.
El pastoreo ovino dentro de las plantas puede ser gestionado para favorecer la disponibilidad de alimento para la Alondra Ricotí. La presencia de ovejas en los parques solares puede incrementar la abundancia de artrópodos coprófagos, esenciales en la dieta insectívora de esta especie. Sin embargo, es clave gestionar esta práctica de manera adecuada, evitando el uso de antiparasitarios como la ivermectina, ya que su persistencia en los excrementos del ganado puede afectar negativamente a la fauna artrópoda y, en consecuencia, a la cadena trófica. Según el Proyecto LIFE Connect Ricotí, las estrategias de gestión más efectivas para su conservación coinciden con muchas de las prácticas utilizadas en el mantenimiento de los parques solares.
El impacto de los parques solares fotovoltaicos en la biodiversidad depende en gran medida de su planificación y gestión. Lejos de representar una amenaza para la avifauna y otros grupos faunísticos, los estudios han demostrado que estas infraestructuras pueden desempeñar un papel activo en la conservación de especies si se aplican buenas prácticas ambientales. La selección adecuada del emplazamiento, evitando zonas de alta sensibilidad ecológica como las incluidas en la Red Natura 2000, es un primer paso fundamental para minimizar impactos y maximizar beneficios.
Asimismo, la implementación de medidas de conservación activa, como la creación de corredores ecológicos, revegetaciones con especies nativas, instalación y gestión de cajas nido y conservación de puntos de agua, ha demostrado favorecer la presencia de especies de interés.
Sin embargo, no es suficiente con plantear medidas puntuales. La eficacia de las medidas depende del seguimiento, del monitoreo continuo y de que se realice una gestión adaptativa que permita ajustar las estrategias de conservación según los resultados obtenidos, asegurando su efectividad a largo plazo. Con enfoques basados en la evidencia científica y en la adaptación de las estrategias de manejo, estas infraestructuras pueden consolidarse como modelos de integración entre sostenibilidad energética y conservación ambiental.
Foto: cedida
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