La tribuna de UNEF – Relación entre fotovoltaica y sociedad: vamos a escuchar

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«La escucha del Dr. Eliot no era mero silencio, sino una forma de actividad. Sentado muy erguido, con las manos unidas en el regazo, sin hacer otro movimiento que el de los pulgares girando uno alrededor del otro más rápido o más lento, enfrentaba a su interlocutor y parecía escuchar con los ojos tanto como con los oídos. Escuchaba con la mente y consideraba atentamente lo que uno tenía que decir, mientras lo decía… Al final de una entrevista con él, la persona que había hablado sentía que sus palabras habían llegado a su destino». Siga leyendo, volveremos a esta cita.

El sector fotovoltaico español vive actualmente su mejor momento. Hemos logrado un impresionante recorte del 95% en costes durante los últimos quince años, convirtiendo nuestra tecnología en la principal captadora de inversiones. Según las proyecciones de la AIE, esta posición de liderazgo podría mantenerse hasta 2050, con posibilidades de transformarnos en la fuente predominante de electricidad. Y estamos viviendo una transformación sin precedentes en el mix energético español. En 5 años hemos pasado de un 19% a más del 62% de generación renovable, la fotovoltaica lideró el mix por primera vez en 2024, y lo hizo durante 4 meses seguidos, un logro que demuestra la capacidad de nuestro sector para ser el motor de la transición energética.

Paradójicamente, mientras disfrutamos de nuestro apogeo, el propio éxito y expansión del sector fotovoltaico está generando, en algunos casos, mayores controversias sociales.  Estas controversias son complejas: a veces responden a una mala práctica por parte de un promotor y muchas otras no lo hacen, es frecuente que detrás de las protestas se escondan intereses económicos competitivos bajo falsas premisas y difundiendo noticias falsas; y todos conocemos el fenómeno categorizado como el síndrome NIMBY (Not In My Back Yard o «no en mi patio trasero»), aunque reducirlo a esta etiqueta simplifica una realidad mucho más complicada. Dos consideraciones sobre este escenario: la primera, que somos un sector regulado, las decisiones políticas son determinantes para nuestro desarrollo, y el respaldo público es esencial para que se priorice un marco normativo estable y favorable. La segunda, que nuestra seña de identidad como energía renovable es dejar el mundo mejor de lo que estaba antes de que llegásemos. Dedicarse a la energía fotovoltaica implica creer en una idea y comprometerse con ella, la idea de mejorar no solo el planeta, sino también la comunidad en la que se desarrollan los proyectos. Es algo más que responsabilidad social corporativa: es que generar ese impacto positivo está en nuestro ADN.

Dentro de la maraña de argumentos, intereses, incluso banderas políticas que se entrecruzan en un escenario de conflicto de aceptación social, hay un escenario que sí es invariable con el que un promotor siempre tiene que trabajar: por una parte hay un proyecto fotovoltaico, y por otra una comunidad que puede que no quiera tenerlo en su entorno. Y en la siguiente pantalla están las posibles consecuencias del conflicto, que como bien sabemos puede llegar a desembocar en la paralización del proyecto, en un efecto contagio que afecte a proyectos vecinos, e incluso a barreras regulatorias que obstaculicen el desarrollo de la fotovoltaica y pongan en riesgo la transición energética en España.

Ante esta complejidad de circunstancias, en UNEF sabemos que no existe una fórmula mágica para conseguir la aceptación social generalizada de los proyectos. Sí hemos identificado que el impacto social de los parques solares es algo prioritario, y por ello hemos creado la dirección de Aceptación Social en la asociación. Y también tenemos la certeza de que la propia aceptación no es el verdadero foco (puede que incluso cambiemos el nombre al departamento), sino que es el resultado natural de establecer una buena relación con el territorio y la comunidad en la que se instalará el proyecto. Esa voluntad de relacionamiento es lo más importante para que el proyecto salga adelante y genere un impacto positivo real. Y he dicho “instalará”, en futuro, porque para establecer esta relación el “cuándo” es tan importante como el “cómo”.

Algunas pinceladas para dar bien los primeros pasos:

  1. Como hemos dicho, tenemos la importancia del “cuándo”, el saber discernir el momento adecuado para iniciar esa buena relación con la comunidad. Y el momento es el minuto uno en el que se plantea el proyecto, antes de que comience el desarrollo, antes de que se anuncie en el boletín oficial de la región… antes, en definitiva, de que asome un posible conflicto.
  2. Esto nos lleva a una reflexión básica a nivel de desarrollo de negocio: generar un impacto social positivo hoy ya no es ceñirse a patrocinios, hoy debe estar en el núcleo de la propia estrategia de negocio de las empresas por una lógica tan simple como que todo lo que no es prevención es control de daños, y que los daños de un conflicto de aceptación social pueden ir desde la paralización del proyecto hasta una crisis reputacional que afecte a la empresa promotora y a todo el sector.
  3. Además de la estrategia de negocio, lo realmente importante es el ideal que mencionábamos arriba: para nosotros las prácticas excelentes no son cosa de imagen de marca, son nuestro ADN. Generamos impacto positivo en la sociedad en la que nos integramos porque sabemos que quien tiene una voluntad de permanencia sabe que tiene que convivir con sus vecinos, y un parque solar implica una relación a 30 años con una comunidad en la que somos un vecino más. En UNEF nos consta que la mayoría de empresas del nuestro sector ya tienen y demuestran esta disposición.
  4. El “cómo” es algo más complicado que el “cuándo” por una razón muy simple: cada lugar es diferente y cada comunidad tiene una forma propia de ver su entorno y unas necesidades particulares. Y por tanto no existe un modelo universal de acción social positiva, cada proyecto es un traje a medida para el territorio en el que se instalará. Las demandas de un municipio concreto no están en la mente del promotor, ni deben estarlo, es imposible que lo estén a no ser que precisamente haya nacido en el pueblo en el que va a instalar el proyecto. Un buen acercamiento se hace con comunicación, con transparencia, con divulgación de toda la información relevante, pero el paso más importante es otro. Volvamos a leer nuestra cita del inicio.

 

Así describía el escritor Henry James al académico y presidente de Harvard Charles W Eliot, una eminencia que tenía mucho que decir pero aún así era un experto en el arte de escuchar. Y así es, la clave no es otra que escuchar. Escuchar desde el minuto uno, escuchar más de lo que hablamos, escuchar mucho, escuchar de forma activa, escuchar bien. La escucha es terapéutica, lo primero que quiere cualquier persona es que la escuchen, nadie se siente nunca satisfecho hasta que se siente escuchado, y nadie puede conocer realmente a alguien si no le escucha con atención. En este caso, conocer a nuestros nuevos vecinos y a sus necesidades y saber de qué forma podremos participar en nuestro nuevo vecindario de forma positiva. La escucha resuelve conflictos, y sobre todo los previene. La escucha es nuestra mejor herramienta.

La escucha debe complementarse por una buena estrategia de prefactibilidad social, una identificación de actores, una gestión de las expectativas, una planificación de hitos de relacionamiento social, una búsqueda de asesoría de expertos; una serie completa de prácticas excelentes para que esa intención de impacto positivo se traduzca en beneficios reales para la comunidad. Esperamos poder ahondar en estos asuntos en futuros artículos y grupos de trabajo. Pero es lo suficientemente importante como para que le dediquemos este artículo, en un esfuerzo por tenerla presente y darle el papel protagonista que merece en nuestras prácticas. Muchas (muchísimas) empresas ya son maestras en este arte, España está llena de ejemplos de éxito de integración de los parques solares en municipios que han experimentado un boom de servicios, de nuevas instalaciones y de población que se muda para disfrutar de los beneficios que la fotovoltaica da a la comunidad. Desde UNEF seguiremos trabajando por visibilizarlos y por fomentar las prácticas excelentes, en cada uno de los proyectos que se saquen adelante.

 

Laura Villaverde – Directora de Aceptación Social en UNEF
Foto: cedida

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